No acabamos de acostumbrarnos a este tipo de proezas llevadas a cabo por personas con discapacidad, y que son más propias de antiguos viajeros o famosos surcadores de mares. Hemos conocido personas con capacidades intelectuales bajas que han superado una carrera universitaria, adolescentes en sillas de ruedas o ciegos que esquian como los mejores esquiadores del mundo.
Cuando Jesús Noriega acercó su mano al mástil de madera que simbolizaba su llegada al Polo Sur, lo primero que se le pasó por la cabeza fue: "No puedo llorar porque se me congelarán las lágrimas". En vez de eso, Noriega y sus compañeros de expedición, Eric Villalón y Xavier Valbuena, se pusieron a dar saltos como niños en el emblemático final de su primera misión, aunque de manera un tanto torpe por los esquíes y por los trineos de 60 kilos a los que estaban atados. Lee el artículo completo.
Llegaron al fin del mundo con dos guías
Comer o montar la tienda son actos dolorosamente tediosos
Cada día recogían muestras de hielo a un metro de profundidad
Los expedicionarios hicieron siete llamadas por satélite a escolares
No hay comentarios:
Publicar un comentario